Aprender a secar flores
Existen tres métodos básicos para secar flores, ramas, hojas y hierbas. Lo mejor es probar todos ellos y elegir después el que resulte más adecuado.
Secado al aire. Para utilizar este método hay que disponer de un espacio ventilado donde pueda instalarse una caña, o un listón de madera o unos ganchos, donde colgar las plantas.
Polvo secante. El secado de plantas con polvo secante -bórax o gel de sil ice-tiene la ventaja de que no requiere más espacio que el necesario para albergar una caja grande donde se irán colocando las flores y el polvo. Glicerina. Para conservar plantas en glice-rina es preciso proveerse de algunas jarras y botellas y contar con un lugar adecuado para mantenerlas de pie. Los detalles para la aplicación de cada uno de estos métodos se explican más adelante, pero antes de emprender la experiencia es necesario aprender en qué condiciones hay que cortar las plantas para poder lograr los mejores resultados. Conviene saber también que algunas son más adecuadas que otras para determinados métodos de conservación.
Recolección de las flores:
Procurar cortar las flores en un día seco y cálido para que tengan la menor humedad posible sobre su superficie. No salir nunca a buscarlas cuando llueve o cuando el campo esté cubierto de rocío. Por regla general, el mejor momento para coger flores es inmediatamente después de abiertos los capullos. Los capullos demasiado abiertos o las flores cuyas semillas empiezan a formarse deben rechazarse porque suelen perder los pétalos y las semillas incluso antes de estar del todo secos.
Secado al aire:
Cortar las plantas y retirar las hojas de los tallos. Cualquier hoja que no se elimine acabará marchitándose y arrugándose al cabo de poco tiempo.
Si las flores son menudas, juntarlas en ramilletes y atarlas con cuerda o alambre plastifi-cado, dejando un cabo o un bucle lo suficientemente grande para colgar el ramillete de un gancho o una caña. Las flores grandes deben colgarse preferentemente una por una, ya que el accidente más frustrante que puede ocurrir en el transcurso de esta ocupación es que se echen a perder las flores ya secas al tratar de desenmarañar un ramillete. Como las plantas se contraen a medida que pierden humedad, suele ser necesario apretar las ataduras para evitar que se caigan.
Los ramos deben colgarse, separados unos de otros, de una caña o varios ganchos colocados en un lugar fresco, seco, oscuro y ventilado. El exceso de luz o de temperatura hace que las plantas se vuelvan quebradizas y la presencia de humedad puede traer consigo la aparición de moho. Conviene secar las flores pesadas y las frágiles en posición erguida dentro de una jarra, aunque para ello hay que comprobar previamente que el tallo sea resistente y que la flor no tienda a inclinarse. Si un tallo es demasiado corto, cortarlo a unos 2,5 cm de la flor e introducir por él un trozo de alambre de 1 cm hasta clavar el extremo en la flor; clavar el otro extremo en un lecho de arena o un trozo de gomaespuma. Dejar secar la flor en esta posición.
La duración del tiempo de secado varía enormemente. Para las plantas más delicadas, como por ejemplo las hierbas, puede ser de una semana. Al contener mucha más humedad las flores grandes, pueden tardar en secarse incluso más de fres semanas. Antes de dar por terminado el proceso de secado, conviene cerciorarse bien de que no queden en las plantas restos de humedad. Las hortensias y molucella laevis (flor concha), ambas muy utilizadas en centros de flores secas, requieren algunos cuidados más. Deben cortarse y despojarse de hojas como se ha explicado. Seguidamente hay que introducir sus tallos en 5 cm de agua y dejarlas en una habitación cálida. Cuando todo el agua se haya evaporado, atarlas, colgarlas y dejarlas secar de la forma habitual, (siempre que sea posible, cortar las hortensias por los tallos no leñosos.) Elección de las plantas adecuadas para este método de secado. La lista siguiente de plantas, aunque incompleta, sirve de orientación a la hora de elegir las plantas más convenientes. Si se desea intentar secar por este procedimiento una planta no incluida en ella, nada se pierde por hacer la prueba. Flores redondeadas. Los tres tipos de flores siguientes se utilizan con frecuencia en centros de plantas secas y se denominan siemprevivas: Ammobium alatum grandiflorum (flor de arena) que tiene pétalos de color blanco plateado y un centro amarillo de forma abultada. Llega a alcanzar hasta unos 0,6 m de altura, aunque, como sus tallos son cortos en relación al tamaño de la flor, conviene alargarlos antes de secar la planta; Anaphalis (siempreviva perlada) que posee hojas grises y flores blancas y Helichrysum bracteatum (flor de paja) cuyas flores de pétalos rígidos se asemejan a las margaritas de pétalos dobles en diversos colores. Debe cortarse antes de que las flores estén del todo abiertas.
Otras plantas de flor redondeada son Achillea filipendulina (milenrama) que debe secarse de pie en una jarra vacía por el tamaño de su flor y Catananche coerulea (hierba cupido).
Flores en espiga. Las que pueden secarse en lugar ventilado son Acanthus spinosus (acantos), muy útil en centros y ramos de grandes dimensiones; el albarraz (que debe cortarse en cuanto se abra la flor de la punta, y colgarse boca abajo) y Limonium sinuatum (siempre azul).
Las flores en racimo adecuadas para centros de plantas secas son Acacia dealbata (mimosa) que retiene las bolitas amarillas y parte de su aroma; Eryngium (cardo marino) que debe cortarse antes de que maduren los semilleros; y Gypsophila elegans. Entre las hojas y hierbas se incluyen Aspidistra elatior (planta de acero); Briza maxima (lágrima o tembladera) y Lagurus ovatus (lágrimas de la Virgen).
Entre las plantas de semilleros destacan Allium (secados preferentemente boca abajo); Aquilegia (aguileña); Dipsacus fullonium (cardencha); y Lunaria (lunaria). Los frutos y pinas se abren introduciéndolos en el horno casi frío y Cucúrbita (calabazas) debe secarse colgando los frutos del tallo o colocándolos sobre una bandeja y dándoles la vuelta con frecuencia.
Cómo secar flores con polvos secantes:
Los polvos que pueden utilizarse en este método son los de bórax, arena o cristales de gel de sílice, aunque estos últimos sean probablemente los más efectivos, ya que además de secar las plantas perfectamente, como los cristales son muy ligeros, se corre menor riesgo que con otros productos de que aplasten los pétalos. Por si fuera poco, una vez utilizados pueden secarse en el horno caliente y guardarse para otra ocasión. Tanto el gel de sílice como el bórax se adquieren en droguerías. La ventaja de este método de secado estriba en que las plantas retienen en gran medida su colorido original.
Antes de proceder a utilizar el polvo secante es preciso cerciorarse de que las flores no estén mojadas y de que se encuentran en perfectas condiciones. Aunque puede utilizarse el polvo que se prefiera, conviene saber que la arena resulta excesivamente pesada para flores con pétalos delicados. Verter una capa de polvo sobre el fondo de una caja de madera o lata, colocar cuidadosamente las flores sobre ella y verter más polvo hasta cubrirlas por completo. Procurar que queden bien cubiertos los pétalos y los estambres. Dejar las plantas en estas condiciones hasta que el polvo absorba toda su humedad. Evitar alargar el proceso por colocar la caja en un lugar húmedo. El emplazamiento ideal es un sitio cálido y seco.
El tiempo de secado varía también con este método de unas plantas a otras. Para hacer una prueba, retirar con mucho cuidado el polvo de un pétalo; si quedan restos de humedad, cubrirlo nuevamente y dejarlo durante más tiempo. La mayoría de las flores tardan unos dos días en secarse por completo.
Una vez secas, sacarlas del polvo y guardarlas en un lugar oscuro. También pueden guardarse en una caja con algunos cristales de gel de sílice para que absorban cualquier resto de humedad que aún pudiera quedar. El alambre para fortalecer los tallos puede colocarse antes o después del secado. Elección de las plantas para el método de secado con polvos. Este método conviene más a las flores que al follaje. Las flores menos complicadas, como anémonas, caléndulas, margaritas y flor del maíz por ejemplo, son las más adecuadas. Las rosas pequeñas pueden quedar muy bien si se consigue introducir el polvo en todos sus resquicios. Las de mayor tamaño resultan bastante difíciles de secar.